domingo, agosto 31, 2008

Misterio risotológico

La risotología es una ciencia antigua

Que se instauró como tal en el primer congreso de risotología

En el año ocho antes de yogurt

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Todos los risotólogos se reunieron en un salón con sillas

Y no emitieron ningún ruido.

Inmediatamente

Convinieron en que jamás se debía hacer un congreso de risotología

Ni siquiera ese que estaban haciendo.

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POR LO TANTO

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Salieron corriendo con frenesí y brazos al aire

Y sus cabezas chocaron unas con otras

Y murieron al instante,

Y se evaporaron a la velocidad de la luz

Y se hicieron mierda

Y el salón con sillas se redujo a una bola de medio centímetro cúbico

Y aconteció el big-bang

Y –al parecer- este universo.

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Y aquí estoy yo hablando de esto

Y no sé de donde chucha salí.

sábado, agosto 09, 2008

Una vieja melodía de Charlie Parker.

Una vieja melodía de Charlie Parker. Sí. A una vieja melodía de Parker sonó esa tapita de bebida cuando cayó en la desolada calzada de la Avenida Capitolio. La habrá dejado caer un descuidado transeúnte; o tal vez quién sabe, el mismo Dios (cualquier Dios que se le ocurra) la puso ahí cuando nadie miraba. Introdujo la tapita ex nihilo, con Charlie Parker y todo. Dicen que el destino no existe, que son inventos de los estoicos y que lo que rige los sucesos del cosmos es el puro azar. Sí, sí, de acuerdo, pero la diferencia entre el destino y el azar es el puro nombre. Que haya un código preinscrito por ahí, donde se indiquen todos los sucesos del universo, también es parte del azar. Si el desorden y la aleatoriedad se expanden hasta el infinito, se convierten en el más irreprochable orden y determinismo. Con lo que me gustaba a mí Charlie Parker… Lo único que está claro, es que el destino-azar se materializó en la tapita-Parker, como la absurda causa que era necesaria para que yo cruzara la calzada y me atropellara el camión, y ese niño viera mi materia gris desparramada por el pavimento, y el mismo niño decidiera treinta años después apretar el botón rojo, que soltaría la bomba, en respuesta a la cual los otros niños soltarían sus bombas, quedando de todo eso no más que cucarachas sobre la faz del globucho.