sábado, agosto 09, 2008

Una vieja melodía de Charlie Parker.

Una vieja melodía de Charlie Parker. Sí. A una vieja melodía de Parker sonó esa tapita de bebida cuando cayó en la desolada calzada de la Avenida Capitolio. La habrá dejado caer un descuidado transeúnte; o tal vez quién sabe, el mismo Dios (cualquier Dios que se le ocurra) la puso ahí cuando nadie miraba. Introdujo la tapita ex nihilo, con Charlie Parker y todo. Dicen que el destino no existe, que son inventos de los estoicos y que lo que rige los sucesos del cosmos es el puro azar. Sí, sí, de acuerdo, pero la diferencia entre el destino y el azar es el puro nombre. Que haya un código preinscrito por ahí, donde se indiquen todos los sucesos del universo, también es parte del azar. Si el desorden y la aleatoriedad se expanden hasta el infinito, se convierten en el más irreprochable orden y determinismo. Con lo que me gustaba a mí Charlie Parker… Lo único que está claro, es que el destino-azar se materializó en la tapita-Parker, como la absurda causa que era necesaria para que yo cruzara la calzada y me atropellara el camión, y ese niño viera mi materia gris desparramada por el pavimento, y el mismo niño decidiera treinta años después apretar el botón rojo, que soltaría la bomba, en respuesta a la cual los otros niños soltarían sus bombas, quedando de todo eso no más que cucarachas sobre la faz del globucho.

1 comentario:

arbora dijo...

Está increíble, amor.
Me gustó demasiado...
más que un cuento, es como una escena, pero una escena tan precisa que logra transportarte a los pensamientos del sujeto...
Además, creo que entre ambos hemos hablado estos asuntos...
el destino, el azar..
cort- azar... jajaja...
lo demás ya lo sabes...
gato mío (L)