lunes, diciembre 31, 2007

Grandes (obesos) descubrimientos científicos

Por culpa de ese tarado perdí mi pega y me gané una sarnosa envidia. Entomólogo el nombre técnico, yo le digo lisa y llanamente bichólogo: Sombrero, pantalones cortos de safari, bototos, toda la pinta de explorador del discovery chanel y la arrogancia de aquel que encuentra respuestas refraneras a las preguntas de un filósofo de asado, en el análisis psicológico de las mantis religiosas. Un pavo real, arrendando un cuartucho de cuatro por cuatro a una prostituta con prótesis y mal depilada, ostentoso de sabiduría científica y trabajando como jardinero profesional y destacado en el jardín de la señora Ernestina. Ese era Carlitos Vitell antes de hacerse de fama y dinero (nunca tanto como para decir fortuna); y mira como le cambió la vida al muy desgraciado, después de sus “descubrimientos”: el cuartucho y todo esa porquería por un penhouse en pleno barrio alto; los bototos por botas y los pantalones cortos por pantalones largos. Lo único que no le cambió fue la arrogancia muy ensartada en la sonrisa de Hollywood años 50. Y todo por sus husmeos en el jardín de la señora, los cuales podría desmentir porque yo fui su jardinero y me conozco el jardín y la gran farsa. Pero quién le va a creer a un pobre diablo como yo licenciado en filosofía y jardinero mal pagado desde mi licenciatura.

Me echaron cuando el nieto de la señora mocoso gordinflón cabrón, me descubrió depositando un par de cebollas (o unas cinco) en el bolso (¿con qué me preparo empanadas?), y la muy ballena decidió despedirme aduciendo a que las tazas me las hace mal, las rosas me las poda mucho, las lechugas no tienen fertilizante, el otro día te vi entrando a la zona prohibida y ahora robándome la cosecha. Y bueno, es cierto que una vez entré a la zona prohibida, vieja de mierda lo que podría decir de esa zona y de seguro lo diré más adelante; pero en ese momento me puso en la calle sin pagarme lo que llevaba de mes y gritándome que esta vez voy a buscar un jardinero profesional, honesto y agradable. Ahí apareció este licenciado en entomología (carrera con la cual los filósofos compartimos el campo laboral) con sus cartones y sus mamotretos de “tesis sobre la crianza de abedactylus hipopólimus en los jardines sudamericanos” ¡Bravo! Por supuesto la señora Ernestina con su papada bonachona y sus ojos mojados de transpiración sebosa expelida de un cráneo repleto de la moral latina matriarcal, se creyó el pomposo cuento de que los abedactylus hipopólimus, eran el nombre científico de sus macilentas rosas y no como bien se sabe, el nombre cientificoide del caracol fangolero, plaga natural de las rositas.

El esperpento comenzó a trabajar con la eficiencia de un empleado de Ford, llevando datos útiles y regalos portentosos del jardín a la sebosa señora Ernestina, a cambió de limonadas hidratantes y postres caseros (que a mí nunca me dio). Fue un amorío de pecera que interrumpió la impecable eficiencia de Carlitos con las intachables historias de Efraín, mi correctísimo Efraín, mi guapísimo Efraín, mi valientísimo Efraín y todos los “ísimos” agregado a los adjetivos del prototipo comadrero marital de Doña Ernestina Mora viuda de Efraín González que en paz descanse amén; muerto seis meses atrás y como se puso de insoportable la vieja desde ese entonces. Carlitos mientras fingía escuchar las “conmovedoras” historias, -cosa no muy difícil teniendo en cuenta que los ojos de la señora estaban siempre tapados por una mezcla de cejas grasientas con sudor espeso- escribía en un cuadernillo sus datos y observaciones acerca de la despampanante fauna del jardín de la doña. Clasificaba mariposas, caracoles, hormigas, cigarras, nada fuera de lo normal.

Sabe que estos sillones camas nunca me han agradado mucho; voy a sentarme. Y hablando de sillones, hace un tiempo atrás esto de la verdad se me volvió muy complicado; más complicado incluso que como le quedó a Dilthey, el realismo volitivo, el constructivismo y todos los escépticos Light. ¿Se ha preguntado si el vecino ve el mismo verde que usted? Porque… la coincidencia perceptiva que encontramos en los relatos y los juicios acerca de un mismo objeto, quizás es coincidencia sólo a nivel de relato. Pensar en eso me vuelve loco, le explico: este sillón que usted en su telón perceptivo ve verde y yo veo amarillo le hemos puesto un nombre común: azul. Sí ok, los dos coincidimos a nivel lingüístico representativo que este sillón es azul y no hay problema con eso, creamos todas nuestras “azuledades” en armonía con el prójimo lingüístico, pero en el cinematógrafo interno, aquel color que todos llamamos azul, yo lo veo del color que para usted es el amarillo y usted lo ve del color que para mi es el verde, a pesar de que le hemos puesto el título común de azul. Claro, es una idea deschavetada pero no imposible; para comprobarla tendría que meterme en su cráneo y ver con sus ojos el mundo. No me mire con esa cara y déjese de anotar, le voy a dar un ejemplo. Imagínese un monstruo metafísico que poseyera la llave de la objetividad ontológica, pusiera un objeto al medio de una pieza (que tan sólo el podría conocer en su verdadero ser) y en la pieza hiciera un círculo de personas como usted o como yo alrededor del objeto y con los ojos vendados. Luego de esto, nos sacara a todos la venda al mismo tiempo y esperara el tiempo que es preciso para que realicemos el acto perceptivo que llamamos “ver” (ese objeto) y nada más, deteniendo el tiempo de nuestras mentes justo en el momento en que la imagen del objeto queda fijada en el telón perceptivo; al igual que si fuéramos cámaras fotográficas. Para así finalmente, abrir nuestra mentecilla, sacar las imágenes y ponerlas en una pared; dándose cuenta para su sorpresa; que todas son distintas, todas tienen distintos colores, distintas formas, distintas texturas, distintas consistencias y que ninguna coincide con el objeto como es en realidad, el cual tan sólo él conoce. Luego de esto, para corroborar su pasmo; devolviera las imágenes a nuestros cerebros, echara a andar el tiempo mental y nos preguntara a todos: ¿niños, de que color es ese objeto que está ahí al medio? Respondiendo nosotros a un unísono disonante para sus oídos cognoscentes: ¡azul tío monstruo! Respondiendo y respondiendo sus siguientes preguntas acerca de las características del objeto, en un mismo unísono azorante.

Ese tipo de ideas me angustian bastante seguido, y no quiero ni pensar que esa pesadilla que puede estar sucediendo a nivel perceptivo, suceda también a nivel conceptual, madre mía. Pero no me desconcentre más, déjeme seguirle contando sobre la señora Ernestina. Se preguntara ¿Qué tanto tiene que ver la señora Ernestina en lo que pasó con Carlitos Vitell? Se va a dar cuenta que mucho. En primer lugar, ella es la última matriarca de una dinastía ancestral que ha poblado esa casa desde tiempos coloniales; cosa extravagante de suceder en estos tiempos tan mezclados, Sin embargo es cierto; los manuscritos, fotos y ajuares que todas las tardes sacaba tediosamente para mostrarle a Vitell; eran reales. Tías, abuelas, tías-abuelas, abuelos-tíos, abuelos (porque antes también hubo patriarcas) que vivieron en esa hermosa casa, dotada de un jardín gigante en un terreno sin usurpar aún por los supermercados y multitiendas que colonizan Maipú. En segundo lugar, todo adefesio que aparecía en esas fotos, poseía dimensiones esféricas; sus antepasados, ella misma, su difunto esposo y su nieto que vive con ella: un estómago industrial y una talla monumental. En tercer lugar… no hay tercer lugar pero no importa, porque sabiendo eso y sabiendo lo que había en la zona prohibida, que hay que ser muy tarado para ser jardinero de aquella casa y nunca haberle echado una ojeadita a la zona prohibida; se tendría que haber dado cuenta ipso facto, de que sus grandes descubrimientos científicos, en verdad no eran tales.

El “gran descubrimiento” que hizo Carlitos, sucedió cuando en una de sus tantas clasificaciones de bichos, se encontró con los gusanos del jardín de la señora, los cuales a simple vista rebasaban con creces la dimensión normal de cualquier gusano de jardín. Fue entonces cuando el mequetrefe comenzó a traer una revista llamada Science y la leía entremedio de limonadas e historias de Efraín, echando por la borda su magnífica eficiencia... luego me enteré (ya que leí el artículo de la revista) del contenido de ésta, el cual versaba precisamente sobre los últimos esfuerzos de los científicos por encontrar un tipo de suelo apto para la crianza de gusanos de mayores dimensiones; ya que los gusanos comunes al desarrollar la obesidad (cuando son criados naturalmente en tierra y no alimentados artificialmente) producen una enzima que serviría para curar el SIDA; sonaba demasiado simple, pero era cierto, así nomás: simple y efectivo.

Por un mes completo trajo aparatos raros, se llevó muestras del suelo, se llevó gusanos y a pesar de que hizo todo un prolijo estudio; pude notar en su cara que había algo que no concordaba…había algo que faltaba: la causa científica de la obesidad de los gusanos… Y a pesar de la ausencia de aquel pilar fundamental; esbozó un inverosímil informe, en donde especificaba que el análisis del suelo arrojaba la existencia de un componente extraño e ignoto en su composición, y que a pesar de no saberse la causa exacta de la obesidad de los gusanos; debía comenzarse con la crianza de los gusanos en aquel jardín, antes de averiguar la composición química de este supuesto compuesto ignoto. Ya saben: ¡se había encontrado la cura! Y el SIDA es una enfermedad que no puede esperar ante estos enigmas científicos… Luego de enviar este embustero informe a las autoridades científicas locales (que lo conozco porque también lo leí, una vez que lo dejó tirado en el pasto) comenzó a visitar la casa un grupo de cinco autoridades, con delantal blanco lapiceras y todo; para el profundo desconcierto de la señora Ernestina, a la cual Carlitos persuadió argumentando que eran amigos de él, interesados en las rosas de su maravilloso jardín. “Negocios son negocios señora Ernestina, no debe dejarlos pasar”.

En una de las conversaciones del grupo de cientificoides con Vitell, uno de ellos le propuso a Carlitos que cuando hiciera público su informe, demostrara (porque habían palabras y embrollos de sobra para demostrar) que la obesidad de los gusanos era producida por las condiciones específicas, únicas e irrepetibles del microclima y el micro hábitat de aquel jardín; y no por la supuesta sustancia ignota que el grupo de cientificoides descubrió al instante que no era tal. Le dijo además que comunicara la existencia de nuevas investigaciones de grandes grupos de científicos, las cuales estuvieran trabajando para reproducir artificialmente el microclima y el micro-hábitat del lugar en un plazo no menor de diez años… En ese momento fue cuando entré en las vísperas de un estornudo inaguantable, con el cual luche para provocar el menor ruido posible; ocasionando a pesar de mi esfuerzo, un fragor del cual los científicos se percataron, descubriendo así mi escondite en la bodega. Luego de eso me echaron de la casa sin que la señora Ernestina se enterara y después de una semana; día martes que coincidió justo con la publicación del “descubrimiento científico del siglo” llegaron unos hombres a mi cuartucho, me sedaron y me trajeron a esta clínica psiquiátrica.

Aquella semana fue terrible… me sumí en una soledad indescriptible, en el convencimiento irreversible de que no podía desenmascarar a ese farsante, por más que supiera la verdad… ¿a quién le contaba? ¿Por dónde partía? ¿La prensa?... después de cinco días de indecisión, llamé a varios diarios y noticieros, les contaba lo que le he contado a usted y al principio de mi relato, me decían que la cura del SIDA era una noticia seria, que no daba pie a las controversias faranduleras de un don nadie como yo y que el próximo martes se publicaría el anunciado artículo… ¡un periodista llamándome farandulero! Luego llamé a revistas científicas y me decían que sólo recibían artículos, que si quería decir algo respecto al artículo sobre la cura del SIDA que se publicaría el próximo martes, escribiera un artículo y lo enviara a las autoridades científicas respectivas. Y eso hice; escribí un artículo donde doy a conocer paso a paso los pormenores de la gran farsa científica, el cual no alcancé a enviar ya que los de la clínica llegaron sorpresivamente a mi cuartucho…

aquel artículo lo tengo ahora en mi bolsillo; lo alcancé a guardar unos minutos antes de que me sedaran. Se lo entregaré a usted, confío en que confiará en mí y hará saber la verdad. Tome.

-OK muchas gracias; yo también tengo algo para usted -dijo el psiquiatra y al instante le entregó un parte médico- su diagnóstico es demencia irreversible y psicosis.

-¡pero cómo, si no me ha hecho ningún examen, y lo único que he hecho es contarle toda la verdad!

-Pobrecillo, no se acuerda de cuando se hizo los exámenes… ¡enfermero! - exclamó y al instante apareció un enfermero con contextura de rugbista por una puerta que más bien parecía un armario, propinándole un doloroso tackle al desconcertado ex-jardinero.

Acto seguido, se llevaron al turbado hombrecillo en una camilla en donde le fueron asestando un blanquísimo chaleco de fuerza, al mismo tiempo que una jeringa introducía en sus venas el tranquilizante que lo durmió durante dos días. El impávido doctorcillo esperó a que se calmara el ajetreo causado por la reclusión a “tratamiento indefinido” en la clínica de orates, del paciente que acababa de atender; para proceder a leer el artículo que éste le había entregado unos minutos atrás, el cual (como pudo darse cuenta) distaba años luz de poseer la rigurosidad de un artículo científico, coincidiendo más bien con un testimonio escrito a estilo similar, al testimonio que oralmente le había relatado en su consulta. La desilusión que le provocó al doctorcillo aquel papel que nada nuevo le decía, se vio interrumpida por el repentino recuerdo de que a pesar de la vehemencia refutadota y apodíctica de aquel hombre respecto a los descubrimientos de Carlos Vitell, en ningún momento de su relato oral esgrimió los argumentos de su refutación; sólo lo hizo de forma incompleta cuando habló de la dinastía gordinflona que pobló la casa de la señora Ernestina desde tiempos coloniales.

Algo faltaba en el relato de aquel jardinero para saber la verdadera causa de la obesidad de los gusanos. Al dar vuelta la tercera página del artículo que ojeaba desidiosamente, encontró lo que su cerebro andaba buscando: la zona prohibida. El contenido de esa maldita zona era lo que faltaba en el testimonio del hombre. Al darse cuenta de esto procedió a leer con mucha detención:

“¡La zona prohibida! ¡Grandes descubrimientos científicos! ¡Yo fui el gran descubridor y de aquí a diez años más o quién sabe por cuanto tiempo, se va mentir sobre la causa de la obesidad de los gusanos!... ¡En la zona prohibida hay un cementerio! En donde la truculenta señora Ernestina tiene enterrada a toda su ingente parentela, incluyendo a su elefantoide marido Efraín. La causa de la obesidad de los gusanos que ese imbécil de Vitell no ha podido descifrar, es que los malditos gusanos se han dado un festín orgánico con los restos de la familia ¡Tan simple como eso! Es cosa de escarbar en una zona del cementerio general en donde hayan enterrado varios obesos y encontrará curas y más curas contra el SIDA. Pero no, claro, como no se han enterado de aquello, tuvieron que inventar una explicación erudita, convincente y difícil de encapsular: el microclima el microhábitat ¡por favor! ¡El descubrimiento científico del siglo, es en verdad el embuste científico del siglo!”

En el escritorio del médico, se leía la siempre ampulosa placa que brillaba con el título de: Dr. Fernando Vitell, médico psiquiatra. El ahora sorprendido doctor, terminó de leer la impactante declaración de aquel hombre; para luego levantar su higiénico celular y marcar el número de su famoso hermano.

-¿Alo? Carlos, ya mandé al manicomio al mirón… y de pasada le saqué la verdad; la explicación que te hacía falta: en esa casa hay una zona aparte en donde existe un cementerio familiar… encuentra esa zona, escruta las tumbas y haz los estudios respectivos para demostrar la verdadera causa de la obesidad…

-Fernando ¿te escuchó alguien? –preguntó Carlos en tono paranoico.

-No

-Procura que nadie te escuche jamás ¿me escuchaste? ¡jamás!...las investigaciones ya están publicadas y nadie se puede enterar de la verdadera causa. La reputación y el dinero se irían a la mierda ¿comprendes?... además que… las verdades y la ética científica son algo tan conversable ¿no crees? Tú mismo… acabas de oficializar la locura de un hombre sano, y la verdad es que está loco; el parte médico está escrito por tu omnipotente pluma de psiquiatra y ningún enfermero te va a discutir su locura… de aquí a diez años más, cuando la comunidad científica nos empiece a rendir cuentas, algo demostraremos; las demostraciones son lo más elevado a lo que podemos llegar, pues la única verdad son esos gusanos que nos esperan a todos; demostraremos algo en forma magistral, y seguiremos pudriéndonos en dinero…

-Comprendo… que irónico ¿no crees? –Dijo Fernando mientras prendía un cigarrillo con parsimonía- Aquellos animalillos que devoran nuestra putrefacta existencia, son los que nos están haciendo pudrirnos en dinero. Aquellos animalillos que nos desintegran ineluctablemente, son los nuevos responsables de la extensión de la vida de cuántos maricones con SIDA.

-Fernando… nosotros los científicos no necesitamos pensar en eso. Para eso tenemos la ciencia ¡La bendita ciencia! que nos permite explicar de la forma más convincente y categórica, aquello que no tiene explicaciones… pero que importa que no haya explicaciones ¡si podemos demostrar lo contrario! En nuestro reducido pero prolífico terreno, podemos demostrarlo todo… lo único que no podemos demostrar, es que las demostraciones realmente demuestren algo. Y eso, es lo menos que necesitamos demostrar y sobre todo, lo menos que necesitan que les demostremos

-Tienes razón hermano. Después de todo, un científico puede ser un técnico del pensamiento o un filósofo con mucha fe; pero a nadie le interesa esa diferencia... a nadie le interesa el principio, sólo los resultados…Voy para allá. No hay nada más que conversar – dijo Fernando y cortó la llamada, mientras aspiraba absorto el humo de su cigarrillo.


5 años después, Carlos recibió el premio Nóbel; 7 años después, el jardinero se volvió loco; y 10 años después, la ciencia quedó agonizante en un accidente muy bien reportado por la prensa.

domingo, diciembre 23, 2007

Canción del que vive para el que muere


El niño no es un vaso que llenar
Sino un fuego que encender

Francois Rabelais



Señoras gallinas, Gallos gerentes
Que echan tierra al chaval atorrante
Que picotean la pluma indecente

Señoras gallinas, gallos gerentes
Que con ritos colman
Su vacío irritante
Su nada furibunda
Su miedo indeleble

Señoras gallinas, gallos gerentes
¡Paren por favor!
De cacarearme la frente
De fustigarme las lenguas
De atornillarme las sangres

Señoras gallinas, gallos gerentes
¡Dejen de golpearme!
Por no golpearme junto a ustedes
Por no lanzarme a sus canales

Sus simétricos canales
Que escapan de los mares de la nada
Pendiente en contra a la montaña

Y usted gallina o gallo que lee
No me hable de lírica por favor
Palabra que suena a la imagen
De un griego blanco, blanquísimo
Escultura de yeso diría yo

Pulsando con sus manos una lira
Invocando armonías metafísicas
Envuelta en las más precisas
Y preciosas proporciones áureas

Primeras damas gallinas, gallos presidentes
Jugando al orden mundial
A la decencia municipal
A la moral universal

En un imperio de pollos
Que aspiran a un decoroso plumaje
O pollos (como yo) que aprenden a nadar
En la nada inexpugnable
Donde creamos nuevos centros desechables

No manden centinelas a arrestarnos
Ni menos vengan ustedes con sus trajes
A tratarnos de herejes, a cortarnos los brazos
A lanzarnos arpones en caso de plagio

Señoras gallinas, gallos gerentes
Cuelguen sus ritos
En un museo clausurado
Y así obtendremos por fin
Ciudadanía en los universos

viernes, diciembre 14, 2007

Canción para el que vive


Adolescentes que buscan
En los baúles de substancias
Viscosas, gelatinosas, vertiginosas
Y nunca encuentran

Adolescentes que se descarnan los labios
En besos desaforados
En espasmos dionisiacos
Y nunca encuentran

Adolescentes que se citan
A las horas más secretas
En los sitios más recónditos
Y nunca encuentran

Adolescentes que gritan en las calles
En los oídos más sordos
Y nunca son oídos
Y siempre son oídos
Por algún inválido

Asqueroso representante
Que da un mal consejo
Y se jacta de darlo
Y nunca encuentran

Adolescentes que no descansan en la búsqueda
Y lloran en su cama deshecha
Y siempre procuran hacerla
y nunca encuentran

Adolescentes en la vorágine
De un adolecido eros
Que lamentablemente
Se va a resolver

En la madurez encontrada:
Un piso prefabricado
Y una cuenta regresiva
En donde ya no adolecen
El portento del adolecer

Adolescente recuerda
Que vivir, a veces sólo es
Levantarse en la mañana
Con todo lo que ello implica
Que nunca implica nada

Por eso no te canses del dolor
No te canses de la búsqueda
No te mueras en vida

Con un dolor amortajado
En los recuerdos de la adolescencia
Mientras masticas somnoliento
Una anodina madurez

martes, noviembre 27, 2007

Elegía anacrónica


A Martín Heidegger… a veces
Y a otras “emes”… Amén






Y nos presentamos en la penumbra del sol…
- me llamo hombre ¿usted?
- realidad; a secas.
-un gusto conocerla…
Lastima no poder conocerla

Así comenzó un idilio siempre erótico
Uno y múltiple sus amantes
Hombre, Sócrates, Tomás

¿Quién la amó más? Da igual
El tiempo no tiene antítesis
Sólo hombres que juegan
A descubrir, manosear, dominar
Tesis, antítesis, ciencia, religión

Son ofrendas de amor
Lo poco y nada que podemos darle
Vestidos, alhajas, trajes simétricos
Lo poco y nada que nos da

…Y es que el sexo: un imposible
Con una realidad asexuada
Y es que el hombre: un semental fogoso
Que bramó por penetrarla
Que lloró por poseerla

Fraguando así las lágrimas
En el cristal inquebrantable
De un amor frustrado y desgarrador
Amor corrosivo de proporciones
homicidas



-Y ASÍ FUE-




Ingente magnicidio
Re(de)construido en esta era:
Puñal desenfrenado, acribillada realidad
Por un hombre desesperado
Por un hombre sin venas



-LUEGO-



Sexo oral /hombre/- cadáver
Truculenta obsesión, amor sin tregua
Transfusión de sangre y venas
A un animal satisfecho, de poseerla aunque fuera…
Estática, yerta, exangüe, muerta.

Posesión eterna
Parto y trascendencia
Y es que…Hijos hubo de esto
Herederos de una sangre muerta
Filial transmisión infecta
Herederos de una realidad muerta

Las generaciones poblaron las ramas
Y el crimen se fue olvidando
Porque convenía olvidar
Convenía enterrar y moler
La horrenda evidencia.



-SIN EMBARGO-





La sangre de muerta
Hoy corre por tus venas
No hay diálisis que licue
La eterna gangrena

Cultura se llama la roja ascendencia
Inexorable omnipresencia
Lastre inextricable
En una raza truculenta

No sé si haya forma, de reparar el daño
No se si haya forma, de aceptar la condena
Sólo sé que pudimos saber
Sólo sé que pudimos vivir

Y la incertidumbre nos acecha
En cada fantasma ilusorio
¿¡No es así Zaratustra!?

Optimista esfuerzo hiciste
Mas aún así, el futuro de la sangre
Sigue siendo cosa de enigma


-Y QUIZÁS-


Sólo nos quede bailar en el basural…

lunes, noviembre 05, 2007

Hombre

contribución de vlured: terrícola maxilofórmico


Hombre, me contaste ayer:
Que te van a operar de un cáncer en un mes más
Que estás endeudado hasta el cogote
Que te asaltaron en la calle y te sacaron la cresta
Que el compadre de toda tu vida se llevó la plata del negocio y desapareció
Que tu hermano agoniza en un hospital
Que ahora eres alcohólico
Que tu hijo el mayor no se graduó
Que el otro salió maricón
Que tu hija se casó con un pintor
Que ya no hablas con tu padre
Desde el día que se murió tu madre
Además tu señora te puso el gorro con el mismo que se fue con la plata
Y que tres días después que te enteraste de eso, ella se fue con él y también desapareció
Hombre, yo te digo: Así es la vida.

domingo, noviembre 04, 2007

Al vacío

¿No podría usted callarse más fuerte?
¿Tiene algo que no decirme?
¿Qué pasa con los sistemas?
¿Con los epígonos que son y no son?
¿Hay algo que rechazar?


El miedo a ser un hablante craso
¿Acaso te acongoja?
La furia de lo inefable
¿Acaso te da bocas?

Bocas
Por donde sale la bazofia de Dios
Los ojos de Comte
La santidad de Tomás
La escalera de micro

El cilindro regular
Por donde pasa la voz
De la verborrea fetichista
Que todo anima
Que todo explica

Más bien ciruelas
Para cagarse en la cara
Comer fecas de recién nacido
De recién muerto
Fecas de prostituta momificada
Chinchorra hace 3000 años

Latinsajona en 3000 años más
Da igual
Cerebro de mundo en cm3
Excusados para vomitar
La humanidad está en el water

Obesos famélicos
Sebosos, sudados, meados
Desdentados, eructos, sangre, risas
Pollo, carne, ojos, gritos, canciones
Ano de obesa circunscribiendo el mundo
Pene de sirena introduciéndose en un sacapuntas



Y de todo eso:
Verdad en lata al vacío
Completamente comestible
Desinfectada, pasteurizada, certificada
Embalada y exportada

Estudio, Marketing, publicidad
Se va a vender con seguridad
Será un éxito, ha sido un éxito, es un éxito

Humanidad durmiendo en el supermercado
Haciendo felices las colas
Vendiendo el alma, el cuerpo y el sexo en el intento
Efemérides anunciadas por megáfono
Son muy respetadas. Mira por donde lo dicen

Todos con su lata en la mano
(Algunos se llevan un camión entero)
La manipulan, la acarician, no quieren abrirla
Es tan linda, para qué echarla a perder
Es tan linda, quiero que sea eterna

Mamá, mamá, yo quiero ver que tiene adentro!
Dice el niño, siempre curioso y escrutador
La madre no lo escucha
Se pone la lata en la cuenca de los ojos

Y comienza el baile, otro baile
Un rayo divino
Organizando geométricamente
Las madres, los padres, las abuelas
Tomados de las manos, sin saber por qué

Los niños miran, curiosos como siempre
Desgraciadamente aprenden
Los pasos de esa verbena patética

Verbena limpia, higiénica
Desinfectada, pasteurizada, organizada
La mierda está adentro de las cuencas
La mierda está adentro de las latas.

lunes, octubre 29, 2007

Ventana abierta, noveno piso y noche

La Interminable verbena del rock n’ roll
Nunca fue tan interminable
Lo sé
Lo sé muy bien
Lo sé muy bien maldito
Lo sé muy bien maldito lector…
Aunque…no vengo a azotar la sapiencia
En la urdimbre de este papel blanco
Y menos las palabras… que poco saben de lo blanco
Y harto hablan de ello

No podría siquiera decir que vengo
Más bien me voy
A la cama, al lecho, al nicho, al féretro
Lo que sea, usted sabrá, por algo es mejor poeta que yo

No entiendo muy bien lo que digo
Sin embargo lo comprendo de una forma exquisita
Cuando miro hacia arriba y veo estrofas simétricas…
Con forma de trompo, de mesa, de copa al revés
Y ahí está presente Dios, Che, pero no se le nota la mano
El problema es que Dios está en mi televisor
Y se me perdió el control remoto

La geometría de la noche, no siempre es portentosa
Es una atmósfera nebulosa
Depende si hay grillos o no
Si hay perros o no
Si hay luces o no
Si hay gatos o no, o jazz
Si ella se desnuda, o prefiere el whisky caro y lentejuelas

Me agrada no entender
La magia enciende ese agrado
La noche agita los labios del fluír irracional
Y apaga las palabras represoras
Las métricas logarítmicas
Las retóricas del bronce

Enciende también el cigarrillo
Que bastante tiene de tabaco absurdo
Y del absurdo no peyorativo
Tabaco erótico
Ok, Produce cáncer, Miguel lo sabe
No sé vaya a desilusionar con eso
¿O pensó que la noche era eterna?
Se acaba… Con un contrabajo lánguido y una trompeta improbable
Un gallo que canta en ultrasonido
Y un whisky que nunca se abrió… y una cama que nunca sudó…
Y un Neruda que nunca escribió los versos más tristes.

lunes, octubre 08, 2007

Multiverso

¿Acaso me contradigo?
Pues bien, me contradigo
(Soy enorme y contengo multitudes)

Walt Whitman






¿Cuánto dura un segundo?
¿Cuánto mide un centímetro?
¿Dónde comienzo yo y termina la huella?
¿Quién mina el ardor que gangrena la mella?

Preguntas baladíes de petulantes
Que esbozaron el mundo en una maqueta
Gigantes errantes, soberbias andantes
Tribunal selector de interrogantes

Ella compareció ante el tribunal
Ella con su habitual sensualidad
Ella molestó con su ambigüedad
Ella la intrigante, fue a dar al basural

Ella es dichosa en el basural
El bazar olvidado del ser
Donde llegan fecas de mester
Y comisuras de lo sideral

Yo admiro a la molesta
Ausente de respuesta
Bailarina de la realidad

Pregunta azorante en boca de infante
Ella es el todo la parte y la nada
Lo múltiple y lo mero en un instante
Ella es los soles, la hierba y la helada

Pletórica porción del abismo
Dotada con más que el vacío
Y con menos que el tomismo

Deslumbrantes mundos de bolsillo
Ciudades carentes de anclas y alas
Bosques ausentes de iras y talas

Carpas metafísicas,
Que ofrecen el eros del nómada
El arrullo del hogar
Y la fugacidad del tornado

Todo ahí amontonado;
Danzando las antinomias
Riendo las paradojas
Riéndose de las lógicas

Festejo del aguardiente,
En la carne viviente
Festejo del agua bendita,
En la carne marchita

Todo tiene sitio en el basural
Los tribunales no lo creen
Los que responden no se ríen
Los petulantes miran mal

En el basural se danza
En el basural soy enorme
Las respuestas se disuelven
Paradojas las absorben.

domingo, septiembre 23, 2007

Diles que no se la vas a devolver!

Niño, corre por los campos menos espacialmente imaginables
Donde las viejas-de-micro no llegan con sus carteras tan X, Y, Z
Niño, corre sin pensar en el tiempo que pierdes corriendo
Que el tiempo dura mientras LA realidad dura
y LA realidad dura hasta cuando comienzas a correr.
Corre mierda! Que vienen los Famas
Corra mi dulce angelito, que a esos los vamos a ver por detrás de la cerradura
La cerradura del taller, a donde LA realidad volvió para ser desarmada
Los famas te buscan para que se la devuelvas
Sí, sí! Te buscan desesperados, porque saben que tú eres el artesano de ÉLLA
(Y de muchas otras)
Te buscan porque ellos no la pueden ver dentro del taller
Ellos quieren que se la devuelvas y se la instales tal cual como la encontraron
Niño, mira a través de la cerradura y ríete; ríete que ellos ya no escuchan la risa
Grítales a las viejas-de-micro que están por ahí infiltradas,
Husmeando desesperadas con sus carteras X, Y, Z; blanco/negro etc.
Diles que no se la vas a devolver
Saca tu onda y pégale un tiro en el culo a la más regordeta
Y corre! Corre! Que te persiguen y les hierve la sangre
Hazlas correr por los campos in-espaciales
Para que se les caigan las carteras, trastabillen con los tacos
Se consternen con esa vaca de 23 ubres, que tienes pastando por ahí
Se horroricen con las lagartijas desolladas, que tiraste a la pecera del perro
Se persignen con cristo, que juega golf con el pene y las bolas de un elefante
Ríete! Te van a perseguir toda la tarde
Ellas quieren su amada y felpuda realidad a toda costa
Mientras tanto los famas han escrutado todo el taller y no encuentran nada
Las viejas vuelven al taller en la noche a organizar la toma
Mira! Mira! Con consignas marxistas exigen su realidad de vuelta
Se tomaron el taller!
Ríete! Que ellos no saben que la risa son los ladrillos de un taller
Corre! Que ellos no saben que corriendo se montan los ladrillos
Ríe! Corre! Crea lo maravilloso en otro taller
Que la vaca de 23 ubres solicita un toro de 23 penes
Y cristo necesita un buen bat para jugar béisbol!

martes, septiembre 18, 2007

Cuadros de un nonato

“there's a sign on the wall,
buts she wants to be sure,
cause you know sometimes

words have two meanings"

Letra de la canción:
"Stairway to heaven" de "Led Zepellin"




- ¿Y?
- Ha dilatado bastante, doctor.
- ¿cuánto?
- ocho centímetros.
- ¡qué rápido dilatas mujer! ¿cómo te sientes?
- Ansiosa doctor, es mi primer hijo.
- Tranquila, ya vas a ver que el parto, es de lo más hermoso que hay. Necesito que comiences a relajarte, pronto te llevaremos a pabellón.
- Doctor.
- ¿dime?
- ¿está todo bien?
- Por supuesto; te has hechos todos los controles y no hay nada extraño con tu parto. ¡uy! Mira esa contracción mujer; matrona, controle la pulsación fetal…
- 132 pulsaciones por minuto
- Ya lo ves, está todo bien, sólo tienes que relajarte y pujar cuando te lo diga. Uff! están altas tus contracciones ¿te duele mucho?
- Si, pero lo aguanto.
- Matrona; la dilatación.
- 8 y medio doctor.
- Falta poco mujer ¿Manuel cuánto le vas a poner al querubín?
- Manuel nada más, sin segundo nombre.
- Doctor, llegó el marido de la señora –dijo una enfermera que se asomó por la puerta.
- Muy bien, llévelo a vestirse y hágalo pasar.

La enfermera salió y pronto llegó el marido de Paula; se podía notar en su cara lo alborozado que estaba, sin embargo mantuvo una actitud sumisa, muy acatante a las indicaciones que el doctor comenzó a darle al instante. Paula entre tanto, respondía a cada sonrisa que su marido le enviaba; producidas por las intervenciones en las que el médico decía algo que tocaba directo en la felicidad de esa familia, que se iría a conformar.

- de un momento a otro pasamos a pabellón –dijo el doctor con esa seguridad que tienen
los médicos- ya está con nueve de dilatación y las contracciones bastante seguidas.

Había algo que se interponía entre ella y esa felicidad familiar que flotaba en la sustancia de palabras de doctores, sonrisas conyugales y olor a sala de pre-parto (que por primera vez se inscribía en su registro olfativo) no era el dolor causado por las contracciones, ni nada que alguien hubiera podido notar en la sala; era algo que más que algo, era la falta de algo. En sus neuronas menos usadas, se había instalado desde su infancia, el axioma cultural que pontificaba al nacimiento del primer hijo como una de las mayores instancias de realización y regocijo de una mujer. Ese regocijo y realización; esa sensación de trascendencia vital-filial, que en aquel momento debía justificar muchos de los esfuerzos y sacrificios que cualquier mujer occidental como ella, había realizado durante su madurez, estaba carente en lo más profundo de su química neuronal, provocando esa sensación de interposición, de desequilibrio que la convertían en una actriz involuntaria sonriéndole a su marido. Sin embargo (y esto era peor), aquel desequilibrio no pasaba de ser una sensación, no pasaba al telón de la conciencia donde podría haberlo afrontado racionalmente, lo podría haber analizado y desmembrado de esa manera que extrañamente vuelve mucho más inocuas las sensaciones desgarrantes; porque claro... la conciencia es una capa mucho más resistente y donde poseemos muchos más recursos para defendernos de aquellos ácidos, que son los desazones como los que vivía esa casi-madre, desazones que al nivel de la inconciencia y la sensibilidad se vuelven insoslayablemente corrosivos con un ser humano.
Paula intentaba inyectarse la felicidad familiar que flotaba en la sala, inútilmente en su conciencia: “mi primer hijo / me cambiará la vida / que feliz está Felipe / no hemos comprado una cuna / ojalá estuviera viva mi madre, para que me viera / sí, estoy segura de que voy a ser feliz…y lo soy ahora, también…” ya que detrás de ese telón verbal de su conciencia, el ácido resultante de los grandes axiomas culturales no cumplidos, corroía las palabras mentales que se proyectaban sobre el telón, dejando una efervescencia total, que viciaba el aire de su salón mental, sellado externamente por sonrisas y muestras de felicidad.

- que momento más feliz amor – dijo Felipe, sosteniéndole la mano y besándola en la
frente, luego de finalizadas unas de las tantas palabras bonitas del doctor.

- sí, es el momento más feliz de la vida –dijo la involuntaria actriz, aumentando la
Viscosidad y el PH de la sustancia de aquella sala, en directa proporcionalidad con el
desequilibrio gestado en su mente.

- doctor, diez centímetros de dilatación.

Comenzó el traslado hacia la sala de parto y Felipe en todo momento sosteniendo la mano de Paula y comunicándole sonrisas intermitentes, que de actuadas no tenían nada (el de verdad estaba feliz). Los dolores de Paula aumentaron, al punto de invadir su conciencia y parte de su inconciencia, convirtiéndolos paradójicamente en la anestesia necesaria para combatir esa corrosión pre-materna que anidaba en su sentir; y un poco antes que el dolor de las contracciones, minara totalmente con la acidez, sus labios esbozaron en la sustancia aérea (que también se trasladaba con ellos), unas palabras que no cuajaron en la tibieza del lugar por donde rodaba su camilla; unas palabras que a pesar de haberse verbalizado en ondas sonoras, venían desde mucho más allá de su conciencia, más allá de su desequilibrio y que a la vez lo incluían; palabras que venían de la mezcla producida por la acidez cáustica y por aquello que se preparaba a salir de entre sus piernas.

- qué será mi hijo- dijo Paula sin ser oída, mientras era instalada en pabellón.


***


Comenzó caminando por el pasillo. Por los ventanales entraba esa luz exquisita de las siete de la tarde de un día de verano, que provocaba a través de un efecto invernadero, la temperatura que de seguro debía tener un feto en el vientre materno. En aquella hora del día, el astro se mostraba pródigo y maternal, gestionando una complicidad térmica y visual entre la temperatura y las partículas de polvo que se dejaban ver gracias al ángulo en el que entraba la luz, dándole al comedor de su casa (porque ya estaba segura que era su casa; un poco distorsionada en algunos aspectos, como se daría cuenta más tarde, pero su casa al fin y al cabo) un aspecto acuoso de líquido amniótico, que junto con la temperatura formaban el perfecto substrato fetal.
Siguió caminando con pachorra y descalza, gozosa del placer uterino-hogareño que había descubierto, y orgullosa a la vez de ella haber brindado 29 años atrás, aquel placer que de seguro debía ser, estar en el vientre materno. La experiencia ofrecida por el astro y su hogar, era tan formidable, que caminar por su casa se volvió un placer que quiso disfrutar despacio. Aquella complacida y orgullosa mujer, ahora se veía caminar a sí misma en tercera persona por la alfombra; descalza y parsimoniosa, caminó por la alfombra del living y se dio cuenta sin sorpresa, que no percibía ningún objeto individual. No es que no estuvieran ahí, no es que ella no pasara la vista recorriendo cada rincón, sino que lo único que en ese momento tenía que percibir, eran las partículas suspendidas, la tibieza arrulladora del atardecer, los pelos de la alfombra en sus pies y su casa dándosele tan natural e inmediatamente: pasillo, comedor, living; conceptos que en aquel momento llevaban intrínseca la aceptación de que se camina por uno de esos lugares, sin necesidad de una prueba empírica particular y contingente como una mesa, una silla, o un sofá que se presenten sinceramente a eso que llamamos vista.
Caminando por entre el líquido amniótico, Paula se sentó en un sofá del living (que nunca vio, estando en cambio demasiado consciente de que estaba ahí) quedando de frente a un gran ventanal por donde los colores de las siete de la tarde, entraban en todo su esplendor, manchando también de naranja y rojizo al polvo que flotaba en el aire y a todos los objetos que no-estaban en el living de Paula. No había horizonte, no había tierra, no había cielo, no había un patio donde ver como jugaba el perro; sólo colores que proyectaban su intensidad sobre el ventanal de la casa, colores difusos, sin nombres, sin explicaciones racionales, sin una conciencia que pudiera atraparlos; pero que causaban un profundo placer en su mezcla con la triada perceptiva uterina-hogareña, sobre el inconsciente y la sensibilidad de Paula. Recostada en aquel sillón, Paula llegó al clímax de placer y comodidad que podía tener cualquier feto dentro del útero; pero aquel clímax llevaba consigo el peso desagradable de su desenlace (al igual que esos tangos que mientras más amor y cosas rosas dicen, más se sabe que van a terminar mal) En la conciencia de aquella mujer, se instaló la noción del tiempo /siete de la tarde/, se proyectó sobre el telón, permaneciendo durante un momento en la expectación, de lo que siete de la tarde, guardaba atrás del telón, que como un tsunami químico-neuronal, ya empezaba a arrasar con todo el placer que había estado sintiendo en el backstage de la conciencia, en el atrás de toda verbalización mental; y que a pesar de todavía estar percibiendo el polvo, la temperatura y los pelos de la alfombra en sus pies, el efecto del tsunami se llevaba todo el placer y dejaba a aquellos elementos placenteros con un gusto aguado y de futura podredumbre. Que angustia, se levantaba ahora… y que nostalgia también, de tener el polvo ahí enfrente suyo y poder tan sólo recordar el placer que le había brindado tres segundos atrás. El tiempo se había instalado con sus respectivos secuaces: futuro y pasado, sobre todo futuro, interponiéndose entre ella y el placer que hubiera querido poseer por toda la eternidad, no obstante, no era una interposición como la que había vivido décadas antes, en los momentos previos de haber parido a su primer hijo; no era el desequilibro retrógrado, de no estar cumpliendo el axioma cultural de: uno de los momentos más felices de la vida, que la atacó en aquel momento, en aquella sala de pre-parto, en un pasado presente. Lo que el tsunami del tiempo le hizo sentir en el living de su casa, fue un desequilibrio a posteriori, un desequilibrio que provenía del futuro y se instalaba en su presente, llenándolo de agua, e instalando en él, un cronómetro de cuenta regresiva, que vedaba todo el placer que le había echo sentir el espectro cromático indefinible de las siete de la tarde. Cuenta regresiva que se detenía a las nueve de la noche o’clock, donde se habría ido la exquisita temperatura fetal, el polvo amniótico suspendido y hasta los pelos de la alfombra (así como estaba golpeando la gran ola), dando paso al frío, a la oscuridad y a gusanos hambrientos entremedio de los pies descalzos. Y bueno… ineluctablemente, a las nueve de la noche o’clock, aquel feto tendría que nacer, o peor aún, morir definitivamente, morir sin ninguna trascendencia más que de abono vegetal y alimento para gusanos. Esa posible intrascendencia, aquel posible game over, era el agua gélida del tsunami, la posibilidad-gusano, que aguaba angustiosamente el presente de cualquier ser humano en el cual entraran las posibilidades, minaba cualquier placer fetal, y no sólo ése en particular, sino que cualquier gustillo del presente, del momento, de la construcción inmediata de la realidad; cualquier saborcillo de los que dejan el aire del salón mental con un olor a azafrán o a alguna sabrosa cazuela (haga usted la analogía degustiva que quiera; a gusto del comensal) es dejado insípido por la maldita posibilidad-gusano.


***

(Sala de parto; Paula pariendo; médico acomplejado; Felipe desconcertado; una especie de trance donde las voluntades individuales, no pueden cambiar nada ¿todavía lector? Prenda la imaginación y proyecte lo más nítido posible, lo que viene a continuación)


Doctor: ¡PUJA!

Paula (mente): Hijos, que feliz, que dolor, ¿pujo? Pujo.

Felipe: mi amor puje

Doctor: puja apenas yo te diga, no después… ¡PUJA!

Paula (mente): mi padre, las amazonas AAAY! El dolor es aguantable, el dolor es aguantable, hay que aguantarlo, hay que aguantarlo ¿qué me dijo el doctor? ¿Pujo? Eso da más dolor ¿para qué más dolor? OK, OK pujo.

Doctor: ¡estás pujando tarde, mujer; es peligroso!

Paula (voz): ya, ya doctor aaayy!!

Doctor: ¡PUJA!


***


“¿Dónde está? ¿A dónde se fue la felicidad de unos segundos atrás? ¿Por qué no podía ser eterno? Deseo la eternidad. Oscurece y todo se va a ir; sí, estoy segura, nadie ni nada me va a arrullar y el frío… ¿Y ese cuadro? ¿Qué hace ese cuadro en mi Living?”

Un hombre al comienzo de un camino, parado y mirando un horizonte yermo y plano; listo para caminar. Sus pies tienen un hoyo; no un hoyo pintado, la tela está rota al comienzo de los pies, y los dedos de los pies son algo nunca antes visto: de ellos nacen ramas que se extienden por todo el desierto y de esas ramas nacen más ramas, hasta el infinito… ¿possibilities?

“ahora recuerdo… feria de antigüedades y un arco que le compramos a Manuelito. Sí, que situación aquella, fue incómodo pero cuando veo el cuadro me invade la niñez de Manuel”.
“Íbamos paseando los tres por una feria de antigüedades, el verano del ochentaytantos. Manuelito tenía unos cinco años y le habíamos comprado un arco de estos de juguete, cuando ya casi saliendo de la feria, escucho a mis espaldas: A no! A no! Chiquillo de miéchica! ¿Dónde están tus papás? ¡Me tienen que pagar este destrozo! Nos damos vuelta con Felipe y vemos a Manuel con esa cara que ponen los niños cuando están a punto de ponerse a llorar, el arco en la mano y la flechita sumergida en la tela de un cuadro; la señora nos mira, advirtiendo que somos los padres del niño y Manuelito corre a abrazarme. El diálogo con la señora fue expedito: ¿cuánto cuesta?/ tome / disculpe señora. Nos fuimos a santiago con el cuadro en el auto y dándole a Manuel un sermón educativo y cariñoso; era un niño y no lo hizo a propósito, no podíamos acribillarlo por lo sucedido”: hijo tiene que tener más cuidado, esos juguetes no son para andar disparando en cualquier parte, ya sé que no lo hizo a propósito, pero tiene que fijarse lo que anda haciendo. La verdad es que si lo hice a propósito, vi el cuadro como un buen blanco para probar mi puntería, y disparé la flecha. Es normal que mi madre pensara que había sido sin querer; una madre no concibe la maldad en el hijo único a los cinco años, pero tampoco era eso; no fui malvado, simplemente quise disparar mi arco en el cuadro, nada más. Cuando llegamos a santiago, mi mamá decidió colgar el cuadro en el living: ni se nota- decía ella- es un hoyito en los pies del hombre”

“yo… crecí. Aunque no mucho, ya que mi madre siempre me mimó como a un niño. A veces pienso que las madres que sobreprotegen en exceso, no es que amen a sus hijos en exceso, sino que lo hacen más bien para llenar un vacío, alguna carencia, un ideal no cumplido qué sé yo; mi madre es un caso de esos, estoy casi seguro, aunque no lo puedo comprobar empíricamente, tendría que meterme en las profundidades de su mente… aunque quizá soy un ser de las profundidades de su mente… qué sé yo.”
“¿en qué estaba? Haa sí, crecí. Fui al colegio, tuve amigos, conté mentiras, me sentí importante, me sentí basura, vi a escondidas pornografía a los doce años con mis compañeros, tuve tres pololas; dos me patearon y a una la pateé (se sintió bien) fui idealista (casi me inscribo en las juventudes comunistas) fui casi-cristiano (cuando los otros rezaban, me unía a ellos) coleccione cajetillas de cigarros (llegué a tener una colección de 113 cajetillas) me dediqué a leer las noticias y a tener una opinión bastante agresiva, entré a la universidad, estudié medicina, tuve una sola polola mientras estudié en la U, y llegué a quererla arto; una vez pasé un susto bien grande cuando casi queda, preñada, por suerte fue una falsa alarma, aunque al mes de que pasó eso, me pateó y sufrí bastante, terminé la carrera y me tomé un año sabático mochileando por Argentina, Brasil y Uruguay; en Brasil me pesqué fiebre tifoidea y estuve bastante mal, me recuperé y volví a Chile, comencé a trabajar de farmacéutico (es que después de la enfermedad, me di cuenta que no podía trabajar de médico) y en eso estoy ahora, trabajando en la farmacia y viviendo en la casa de mis viejos, llegó de la pega y el cuadro siempre en el living

Se podría decir que he vivido intensamente, a raíz de los hechos que he contado. Pero que sé yo… nunca he estado seguro de estar vivo, nunca he estado seguro de existir, Descartes no me ha convencido mucho, el cogito ergo sum me resbala cuando pienso que quizá soy una voz en el sueño de una mujer, que quizá soy el artilugio de un escritor desconocido, que quizá soy un quizás, una posibilidad hablando en primera persona, uno de los infinitos dedos del cuadro, pero sin pie. He tenido una vida igual a la de alguien existente, tengo 29 años y etc. Se podría decir que soy /así de simple/, pero también se podría decir que soy letras en un papel o un computador, qué sé yo, que soy el casi hijo de una mujer, porque no supo pujar-me… o qué sé yo.”


***



-¡PUJA!

-¡PUJO!

-¡Pero cuando yo te lo diga, no después!

-¡No sé doctor! ¡No sé! Aaay!

-Ya está saliendo la cabeza. Ahora ¡PUJA!

-Aaaay!!

- pujaste tarde, se devolvió. Matrona la pulsación fetal

- 73 doctor

- se está ahogando, se enrolló el cordón umbilical.

- 45 doctor

- ¡PUJA! ¡PUJA! ¡PUJA! ¡PUJA! ¡NO! ¡NO! ¡AHORA! ¡NO! ¡AHORA!

-… doctor

Cesárea / morado / ataúd blanco / que liviano / casi.



***


...el cogito ergo sum me resbala cuando pien…Cama de dos plazas, to the left and to the right, enredada en las sábanas…soy el artilugio de un escritor descono… Paula sudando, Paula soñando, Paula está vieja, 8:59 pm, durmiendo una siesta… uno de los infinitos dedos del cuadro, pero sin pie… Paula sufre: ¿Manuelito? ¡Manuelito! Detrás de los párpados, los ojos to the left and to the right… porque no supo pujar-me… qué sé yo.

- Hijooooo!!!- gritó Paula despertando de un sueño a las nueve de la noche o’clock.
- ¿Qué pasa amor?- dijo Felipe entrando asustado a la habitación.
- Manuel hubiera sido farmacéutico- dijo Paula somnolienta y transpirada
- mi amor ya han pasado 30 años de que mu…
- 29- dijo ella interrumpiéndolo bruscamente
- bueno, 29 años desde que Manuelito murió, o nunca nació y ponerse a sufrir a estas alturas por él… no sé, es…

Felipe se acercó a ella y le dio un beso en la frente, luego se levantó y fue a preparar tostadas con mantequilla a la cocina. Paula se paró de la cama se puso las pantuflas y todavía algo somnolienta se sentó en un sofá del living. El cuadro, estaba ahí, al verlo se anudaron muchas conclusiones en el backstage de la mente, las cuales en la pantalla de la conciencia se manifestaron como un recuerdo y algo más:
“…pero claro, fui yo la que a los cinco años disparé una flechita a ese cuadro… Mi padre que era de Brasil, solía contarme cuando yo era pequeña la leyenda griega de las Amazonas, las mujeres guerreras de los Escitas que iban a la guerra con sus arcos. La historia me emocionó tanto, que aunque a mi mamá no le gustara mucho la idea, tuvieron que comprarme un arco de juguete; con él me creía toda una amazonas, hasta que sucedió lo del cuadro y mi madre me dio un sermón gigante, me rompió el arco y me dijo que no siguiera creyéndome niño jugando a esas cosas. Usted mijita, tiene que andar preocupada de hacer cosas de niñas, tiene que ser una buena esposa y una buena madre. ¡Mish! La de tonteras que le mete en la cabeza su papá.”

“siempre le tuve mucho respeto a mi madre, sus palabras se imprimían en mí como el único camino correcto. Aunque en la praxis, no llegué ni a ser ni buena esposa ni madre; podría haberlo sido, si hubiera pujado en el momento justo, y sería otra la posibilidad hecha realidad; no sé por qué pasó eso, quizás en un futuro vislumbre todo con mayor claridad. Aunque la verdad, mi futuro ya es un callejón sin salida, me queda morir y quién sabe después, si es que hay algún después... No fui ni amazonas ni madre, no fue ni médico ni farmacéutico, no fue ni muerto ni vivo, pero podría haberlo sido... la flechita destruyó los pies, los dedos son...”




¿Possibilities?

viernes, junio 08, 2007

Sorpresa pedestre


“sola, ella caminó por aquí…” eran las palabras pintadas a la entrada de un callejón en bandera, un poco antes de llegar a catedral, un poco antes de las 7 de la noche, un día de junio. Un callejón muy poco común para santiago centro; parecía más bien un callejón neoyorquino, pero como Nueva York debe ser muy distinto a como me lo imagino, es más sincero decir que se asemejaba a uno de conventillo…”sola, ella caminó por ahí…” ¡Cuánto me decían aquellas palabras, y cuanto no me decían! Me imagine a ellasolacaminando… el callejón recreado pertinentemente, para que ella caminara sola por ahí… a los seres que había por ahí, seres que consagrarían la soledad de ella, cuando entrara ahí, cuando caminara ahí, seres que ultrajarían su cuerpo, dejándola sola para siempre… ahí

Ahí donde la soledad tiene un monopolio absoluto y donde se puede dar el lujo de expresarse en las formas más exquisitas que puede llegar a tener… (Como la que se expresó en ella). Donde García Márquez, quemaría frustrado su obra maestra; convencido de su nimiedad.

… yo, sigo caminando por bandera, y los tres segundos que observé aquel mural y aquel callejón, fueron tres segundos que hace tiempo no poseía. Admiro al que pintó ese mural y aún más, a ellas… las que caminan solas por ahí… las admiro, por el hecho de pasear por mi mente; por nacer en mi mente. Y por causa de mi mente: andar solas por ahí

Doblé por compañía, camino entre ruinas, entro al conservatorio, son las 6:43 PM, junio, estoy atrasado, subo por el ascensor ¿van a haber elecciones? Gobierno de mierda, echaron a excelentes profesores, sangre sudor y lágrimas, no me gustó lo que escribí sobre la segunda guerra mundial, estoy casi seguro que usa peluquín… décimo piso: sala 905, ”a la horita que viene llegando…pase (tono de voz durísimo)” un dictado rítmico con heterometría de las palmas del profesor, y me siento en una silla al lado de la ventana…

Santiago centro… observo la ciudad repleta en su mayoría de luces amarillentas, siguiéndole en cantidad las azules, rojas, verdes y púrpuras, de los letreros publicitarios que forman una absurda sustancia en su mezcla con las piedras y la arquitectura de antiguos edificios que por quinientos, trescientos, doscientos años, alojaron a personas que lo que menos hicieron, fue pensar en publicidad y en tubos luminosos de neón… ¿pero que es la ciudad, sino un absurdo? Un absurdo que se disfraza de cordura con su traje hecho con mangas de eficiencia, bolsillos de éxito, pantalones de compañía y de placer; manchado con café y lavado con diarios a color… un traje, que cuando se rompe un poquito, demuestra que atrás del algodón y el poliéster hay alguien solitario, que camina friolento por las calles, con las manos metidas en los bolsillos para ver si se calienta con el deseado éxito… y que cuando lo tantea al final del bolsillo y se da cuenta que está bien vestido y remendado el hoyito que dejó al descubierto unos centímetros de su piel, sigue caminando decididamente… claro y como no, si su traje ya no tiene ningún hoyito por el cual pueda asomarse su carne fea… hoy día, yo iba caminando con las manos en los bolsillos, cuando miro a la derecha y veo una gran rasgadura en el traje… aquella frase en la pared que no dejaba entrar ni un fotón de luz de neón al callejón, haciendo permanecer virgen aquel lugar, entremedio de la absurda sustancia que es santiago. Como cuando se prepara un jugo y se mezcla instantáneamente el agua con el polvo, salvo uno que otro insignificante terroncito que queda dando vueltas en la solución; terroncito que pasa imperceptiblemente por la garganta del sediento santiaguino. Ese terrón en bandera, un poco antes de llegar a catedral, se me atoró en la garganta ahogándome por un momento… Momento en el cual se me apareció ella, completamente desnuda, sin disfraz, caminando en medio de aquel terrón, con su carne de un color que no puede ser otro que el de la soledad. Color que no es brillante como los letreros de neón, tampoco opaco como las piedras coloniales, es simplemente el color de la carne humana, que desde que es expulsada del vientre, siente frío y no tiene bolsillos para menguar la incertidumbre de la gélida vida…

Por eso admiro a ellas, las que se sacaron el disfraz y caminan por aquel callejón rasgando, aunque sea imperceptiblemente, a la ciudad disfrazada. Las admiro y les agradezco por sacarme la camisa y dejarme aunque sea por un momento semidesnudo y sintiendo el frío de la vida sin actos de fe.

Terminó la clase y el dictado rítmico quedó en la pared de la sala… me despido de la gente, bajo por el ascensor y camino por santiago con las manos en los bolsillos y la camisa abrochada… se acabó el momento –pienso- el frió, ella, el callejón, ya están por lo menos a cinco cuadras de distancia. Estoy en la parte homogénea del jugo sabor a absurdo, y el terrón no se vislumbra entre el fluor y la piedra-. Sin embargo, me toco los bolsillos y me hallo con un gran orificio en cada uno… sola, ella caminó por aquí…se me va a aparecer más seguido – digo en voz baja, mientras una señora en el metro me mira de reojo- no remendaré los bolsillos…

sábado, mayo 12, 2007

SÓLO UN HIJO DE PUTA CABRÓN PUEDO ESCRIBIR ESTO.

- Oye, VIEJA.
- ¿sí?
- Feliz día…
- Gracias.
- Oye, mamá
- ¿qué?
- Te quiero mucho…
- Gracias, yo a ti no
- Oye, mami
- ¿dime?
- Te deseo lo mejor del mundo…
- ¿enserio? Yo a ti te deseo lo peor.
- Oye, mamita.
- ¿cuéntame?
- Te quiero hacer un regalo…
- ¿no me digas?... métetelo por donde mejor te quepa.
- Oiga mamaíta.
- ¿mm?
- ¿Por qué me pusieron Benito? ¿Por el líder fascista? ¿Con el papá lo admiraban mucho?
- Sí, por el líder fascista… verás, desde antes que nacieras, con tu papá sabíamos que ibas a ser un hijo de puta cabrón y decidimos ponerte el nombre de un hijo de puta cabrón.
- Ah, bueno… aunque pienses eso de mí y aunque no me quieras y aunque me desees
lo peor, igual te voy a dar mi regalo. Cierra los ojos mamá.
- Está bien, si tanto insistes, olvidaré por un momento que eres un hijo de puta cabrón.
- ¡hurra mami! Espérame acá…


----“¡PAFF!”----


- ¡mami, mami! ¿Te gustó mi regalo? ¡9mm de una Luger para tu cráneo! ¡Feliz día!

lunes, abril 30, 2007

Tierra

La moneda cayó en el tarro del mendigo. Hace un día que no comía y la moneda depositada por esa mano anónima, era su pan. El panadero no abría al mediodía. Sin embargo, hizo una excepción por aquel hombre que se caía en los huesos. Abrió la puerta de su humilde local y le vendió el par de marraquetas más frescas que le quedaban. El pordiosero se sentó al instante a comer, el panadero encendió la televisión y juntos vieron las noticias de los conflictos internacionales y de la posible 3ra guerra mundial. Para el mendigo, aquellas imágenes eran algo tan lejano y tan ajeno, que no podían ingresar a su cuerpo, al mismo tiempo con el pan.

El panadero se encontraba temprano en la mañana haciendo su trabajo. Se había levantado con un ligero sentimiento de culpa a causa de haber soñado que asesinaban al mendigo que había venido el día anterior al mediodía. No lograba interpretar aquel sentimiento, ya que, él no figuraba dentro del sueño, era un simple observador. Al fin pensó: “quizás me siento así porque no debí haberle cobrado por dos míseros panes a ese pobre hombre” de todos modos se le fue pasando la culpa a medida que la mañana avanzaba. Abrió la panadería a las 8:00 y una señora ya se encontraba esperando para comprar el pan de su desayuno.
- Buenos días señora ¿Qué va a querer?
- unas 5 hallullas, déme las más calientitas.
El hombre ejecutó el pedido y le entregó la bolsa, la señora pagó con un billete y el panadero le dio el cambio en sencillo.
- Hasta luego señora, que lo disfrute.
- hasta luego – dijo ella.

La mujer tenía unos 50 años y se dirigía a preparar el desayuno a su casa. Era madre de dos hijos, uno de ellos, universitario. Se había esforzado toda la vida y había logrado pagarles sus estudios. Se sentía orgullosa de ambos, porque sabía que eran jóvenes sanos, responsables y estudiosos y que nunca la defraudarían.

Se encontraba cocinando unos huevos, cuando el mayor de los dos le dijo:
- ¿cuánto falta vieja? Estoy atrasado.
- poco mijito, ya va a estar listo.
La mujer terminó su labor, sirvió el desayuno y sus dos hijos comieron, luego procedió a entregarle el vuelto del pan a su hijo mayor, el universitario.
- tome, esto es para la micro –dijo la señora-
- estas monedas no me alcanzan para sobrevivir el día – dijo el hijo, prepotente.
La mujer con algo de culpabilidad le entregó un billete al joven, y fue a despedir a sus hijos en la puerta.

El joven se fue en el metro; malhumorado como siempre lo estaba cuando se sentía ansioso. Se bajó en la estación de su facultad y entró en el recinto universitario para empezar otro día de clases. Aunque más que estar concentrado, pasó toda la jornada pensando en los pormenores, detalles y riesgos que podrían traer la compra que iba a efectuar aquella tarde. De momentos hacía esfuerzos para concentrarse en lo que decía el profesor, ya que tenía exámenes la próxima semana y estaba a punto de reprobar un ramo. Al fin, terminaron las clases y el joven se dirigió de inmediato al punto de encuentro pactado. Llegó al lugar y estuvo esperando ansiosamente durante media hora. Se distrajo un rato ojeando la portada de unos diarios, que no hablaban más que del conflicto internacional, el cual iba poniendo cada vez más tensa la atmósfera mundial. De pronto, vio al hombre acercándose a paso lento directo hacia él.
- no hay mucho tiempo – dijo el hombre-
- déjame verla antes.
El hombre sacó un paquete, el cual abrió durante unos pocos segundos para mostrárselo al joven.
- 400 gm de cocaína de alta pureza
El muchacho procedió a pagar, pasándole un contundente fajo de billetes al hombre.
- aquí falta dinero – dijo el narcotraficante –
- ok, ok.
El joven se revisó los bolsillos y encontró las monedas que le había pasado su madre en la mañana.
- ahí está, exacto.
El narco se fue sin despedirse, era un hombre de cosas rápidas y los formalismos no le gustaban para nada.

Se fue caminando a paso rápido y llegó en diez minutos a la oficina en la cual trabajaba con su socio. Abrió la puerta y se encontró con una pistola apuntándole a la cara.
- ah… eras tú – dijo el socio –
- pero qué pasa hombre ¿por qué tan preocupado?
- hay malas noticias… la policía se enteró de nuestra ubicación. Tenemos que irnos ¿vendiste los 400?
- sí, tengo el dinero en mi maletín
- bien, pásalo a una mochila, hay que partir de inmediato.
El socio le pasó una mochila en la cual echó todo el dinero de la reciente venta. De pronto se escucharon ruidos afuera, los policías comenzaron a gritarles que se rindieran por las buenas, al no recibir éstos, respuesta, procedieron a romper la chapa y en cuanto entraron, el narco les disparó a todos los policías que se encontraban en el lugar.
- ¡vamos, salgamos por atrás! – le dijo el socio.
Salieron corriendo mientras oían como se avecindaban más policías, abrieron una puerta escondida que daba a un callejón al otro lado, donde tenían estacionado el auto. Se subieron y partieron a toda velocidad, al salir del callejón se encontraron con más policías esperándolos, los cuales comenzaron a disparar. Uno de los disparos impactó en el cuello de su socio, el cual gritó unos segundos mientras la sangre le salía a chorros de la perforación hecha por la bala.

El hombre, al ver a su socio muerto condujo como un desquiciado, para escaparse de la ciudad y tomar la carretera. La policía, curiosamente, se demoró mucho en iniciar la persecución automovilística. Esto le sirvió para tomar mucha distancia de ventaja de los uniformados.

Llevaba manejando 45 minutos y después de la agitada escapatoria que había realizado tres cuartos de hora atrás, su cerebro comenzaba a trabajar con más tranquilidad, en eso comprendió el obvio plan de la policía: “estos imbéciles van a encerrarme con patrullas que vienen de la otra ciudad por la carretera” pensó. “¡qué hago, estoy perdido!” de pronto se le ocurrió una idea cuando cruzaba el puente de un río, detuvo el auto en seco y comenzó a rajar tranquilo y casi parsimoniosamente la alfombra del auto, sacó una camisa limpia del maletero y empujó el auto por una parte del puente donde no había baranda. El auto cayó al caudaloso río con el cadáver de su socio adentro. Ya había anochecido, y el hombre estaba decidido de lo que iba a hacer; cruzó el alambrado del terreno silvestre colindante a la carretera y caminó por el campo a paso rápido casi toda la noche, dirigiéndose al cerro que estaba a unos 10 kms. Cuando llegó a las faldas y se encontró con unos arbustos que lo podían esconder y cobijar, tendió la alfombra del auto en el suelo y se puso a dormir.

Estuvo cerca de un mes y medio escondido en el cerro, alimentándose de conejos que cazaba y bebiendo agua del río, su barba y su pelo habían crecido bastante y estaba tan desastrado que no se le podía reconocer fácilmente. Fue entonces, cuando decidió que ya era momento de volver a la ciudad. “la policía ya no me debe estar buscando tan exhaustivamente, y si lo hacen, debe ser en otras ciudades” pensó. Llegó caminando a la carretera y comenzó a hacer dedo a los automóviles que pasaban. Uno de ellos paró, era una familia con dos hijos pequeños.
- muchas gracias señor – dijo el narco –
- no hay porque, cuéntame que haces ¿andabas mochileando?
- sí, anduve un par de meses, ahora vuelvo a la ciudad.
- extraño tiempo para mochilear, con los conflictos internacionales todos andan preocupados de cuidarse de alguna repercusión que pueda tener la guerra para el país.
El diálogo que aconteció, le sirvió al narco para informarse que la diplomacia internacional era cada vez más dura y aunque si bien el país no se veía involucrado bélicamente en la guerra, los medios nacionales decían que el conflicto podría afectar de múltiples formas a la nación. Esto le provocó al narco algo de alegría, pensó que nadie iba a estar preocupado de su caso.

Y efectivamente, al entrar en la ciudad se dio cuenta de la ajetreada atmósfera, todo el mundo estaba en las calles haciendo trámites y nadie se detenía ni si quiera a mirarlo.
El hombre caminó al lugar más cercano donde comer y se sentó. Era un pequeño restaurante, en donde empleados de oficina almorzaban diariamente. Un garzón se le acercó para atenderlo.
- ¿qué va a pedir? – preguntó el mesero –
- un biffe con arroz y una cerveza.
Le trajeron su pedido y devoró el plato vorazmente, le llevaron la cuenta y pagó con el dinero de la última venta que hizo antes de su fuga, buscó las monedas que le dio el joven comprador y se las dejó en la mesa al garzón. El hombre se retiró a rehacer su vida de alguna forma. Al salir del local, el mesero que le había atendido procedió a limpiar la mesa en la que el hombre había comido; mientras reflexionaba sobre lo extraño que era aquel comensal “¿cómo aquel señor traía tanto dinero en su mochila, teniendo el aspecto de un mendigo?” Se preguntó. - bueno, da igual…– dijo al instante en voz baja. Aquel hombrecillo de 28 años estaba acostumbrado a desvalorar y desechar rápidamente las ideas que lo sacaban de su rutina. Ésta también la rechazó, por ser de ese tipo de interrogantes que podían llevarlo a pensar y a conjeturar más de lo común. Siguiendo con su rutina, se echó al bolsillo la propina, terminó su jornada y se marcho a casa….

La guerra está a punto de estallar, las potencias mundiales han cesado la diplomacia y cualquier altercado puede significar el inicio del conflicto armado. Las armas y la tecnología militar actual son tan mortíferas, que los científicos dicen que esta guerra en un año, podría destruir a la especie huma….

El hombrecillo apagó la radio programada como despertador, y se propuso ir a misa. En el camino se fue pensando en las palabras que lo habían puesto en vigilia:… “esta guerra en un año podría destruir a la especie humana”. En un año – resonaba en su cabeza – en un año. Una vez más, el hombrecillo acostumbrado a desvalorar las ideas que lo sacaran de su rutina. – Se dijo – ¿qué tipo de armas y tecnología bélica, hay en el mundo, para que en un año desaparezca la humanidad?... ¿¡en un año desaparezca la humanidad!?... no, no lo creo, los científicos se deben equivocar, es imposible que perezca absolutamente toda la humanidad; nuestro país no está involucrado en el conflicto y además estamos muy lejos geográficamente… Su mente se neutralizo, en parte por la desvalorización que había hecho, y en parte porque estaba entrando a la iglesia. Aquel hombrecillo habrá reflexionado unas cinco o seis veces en lo que le quedaba de vida.

En toda la misa, su mente se mantuvo neutra, tanto así, que lo único que escuchaba en su cabeza, era un hit radial, de estos que se quedan sonando y sonando odiosamente durante un tiempo, sin poder dejar de tararearlo mentalmente; interrumpido por sentimientos de culpabilidad, provocados por la solemne atmósfera de la iglesia. En el momento en que le acercaban la canastilla para las donaciones, entregó unas monedas de la propina del día anterior.

El cura comenzaba a dar su sermón, cuando un hombre que trabajaba en la parroquia se le acercó para darle una noticia al oído. El religioso se mantuvo un largo rato en un silencio que incomodó a los feligreses, iniciándose un cuchicheo entre éstos. En medio de aquel rumor sordo, una mujer contestó su celular, recibiendo la información que acabaría con la incertidumbre, mas no así con la tensión ansiosa que se acumulaba en todo rincón de la iglesia: ¡comenzó la guerra! – gritó trémulamente - y el cuchicheo se convirtió en una conversación caótica, tanto así, que cuando el cura se paró en posición de hablar, fue necesario que los de adelante pidieran silencio para que el resto prestara atención a lo que aquel ridículo sacerdote, iba a decirles. La multitud, aún más ridícula, comenzó a observar atentamente al religioso; con la pueril expresión de esperar una respuesta consoladora de parte de este, y en contradicción a lo espectado, las palabras que pronunció, en vez de proclamar algún alivio divino, llevaron el caos apocalíptico que afuera de la iglesia ya se desarrollaba.
- acaba de estallar la tercera guerra mundial… y por razones de un pacto secreto que el gobierno mantuvo sin informar, nuestro país se encuentra involucrado bélicamente en la guerra.

Hubo una mezcla de gritos, silencios fúnebres, conversaciones airadas, conversaciones con llanto, hombres tratando de hablarle a la multitud, que en la reberverancia de la iglesia sonaron como un cluster del réquiem de Ligeti. Hasta que se escuchó el primer estallido y toda la tensión acumulada en la música de aquel recinto, resolvió en una estampida de gente corriendo por su vida, sumándose al paisaje dantesco que sucedía en la calle. El cura, solo en la iglesia, agarró el canasto de las donaciones y salió caminando parsimoniosa y diligentemente por la puerta principal. Se dirigió al hogar que dependía de su parroquia y repartió el dinero entre los mendigos que ahí se encontraban. Luego se disparó en los sesos con un arma que guardaba en la sotana. Uno de los pordioseros, cayó en una especie de trance por lo sucedido. Salió a la calle con su moneda en la mano y caminó a pasos cortos en medio del alboroto callejero, procediendo a sentarse en una pileta al frente del hogar, observando con los ojos en ninguna parte, aquel escenario espectral. Ese hombre no era cualquier pordiosero, hace un mes y 18 días había aparecido en el sueño de un panadero…

El puñal cayó en el pecho del mendigo. Aquel limosnero había vivido gratis toda su vida, y el puñal depositado por esa mano anónima, era el cobro rencoroso (sin embargo inútil) de su vida mantenida por el sistema. La moneda que se encontraba en su mano voló por el aire, y en una fracción de segundo se produjo una imagen que fue captada por un solo hombre, un solo hombre pudo captar aquel cuadro magnífico del final y último respiro de la metafísica: la carne siendo destrozada por el puñal anónimo, la moneda cayendo en fusión con el cielo, y atrás, en el fondo, un caos de carnes corriendo y retorciéndose en búsqueda de una solución a su inminente muerte. Las carnes más celestiales se fueron a enrolar al ejército. Las más terrenales, agarraron todas sus monedas y compraron cualquier cosa para poder aferrarse a la vida…

Esta imagen fue escrita por aquel hombre en una de los tantos escritos hechos por los sobrevivientes de la guerra. Este hombre no era nada especial en el mundo anterior a la guerra, era tan solo un ser pensante (y eso es bastante decir) que ahora vagaba por el mundo desolado, buscando algo que comer y escribiendo sus reflexiones. Había durado un año la guerra y la especie humana no había desaparecido (como los científicos pronosticaban), había sobrevivido el 1% del total. Suficiente cantidad para poder vivir nihilistamente y procrear. No había quedado rastro de ningún gobierno y ninguna organización política, al final de la guerra, tan solo peleaban tribus herederas de los antiguos países y Estados. Peleaban con piedras y palos (como alguna vez un científico pronosticó). Pero después ni eso hubo, nadie se identificaba con los antiguos países y la gente vivía escribiendo cosas sobre el antiguo y nuevo mundo. Una de esas personas, era este hombre que captó aquella imagen de la pileta al comienzo de la guerra, y al término de ésta se dirigió al lugar en donde la había captado. Se acercó a la pileta en donde habían apuñalado al mendigo, y encontró la moneda. Miró el cielo un instante y comenzó a escribir lo siguiente:

“¿Qué objeto tengo en mis manos? ¿Una moneda?.... sí, una moneda, compraré algo con ella…. Este era parte del diálogo inconciente que teníamos los humanos en nuestra mente, al momento de tener este objeto en las manos. Pero ahora, que esta moneda ha perdido ese poder persuasivo automático, puedo hablar sobre ella. La moneda, un pedazo redondo de cobre o bronce o qué sé yo de qué cosa subterránea esté hecha. El punto es, que es un pedazo de tierra moldeado con algunos números y algunos símbolos patrios. Un pedazo de tierra… un pedazo de tierra, que se convirtió en el rey de los objetos terrestres que sostuvieron a la carne humana sobre el mundo del trabajo organizado y la vida en búsqueda de la felicidad. Un pedazo de tierra que mágicamente se convertía en todos los objetos codiciados por la carne humana. Un solo pedazo de tierra, una sola moneda a lo largo de su carrera por las manos de los hombres, se convirtió en un pan, en un pañuelo, en un lápiz, en un vaso de vino, en un arma, en un automóvil, en una casa, y en todos los ”bienes” y “males” que la carne humana pudiera codiciar. En los últimos años, la moneda se convirtió en el mundo, su redondez se confundió con la redondez esférica de nuestro planeta y por último… la moneda se convirtió en la muerte de la humanidad, de toda la carne humana.

Esto sucedió cuando la humanidad entera se paró encima de este único pedazo de tierra, el cual no aguantó más, ya que no pudo convertirse en la vida de todos los que se pararon encima de él, y tan solo le quedó la opción de hacer su última conversión; se convirtió en la muerte de los seres humanos, y el pedazo de tierra cayó, se derrumbó y murió… conectada por un cordón umbilical a la difunta humanidad. Ahora me encuentro con un cadáver en mis manos, pero que para poder convertirse en cadáver, tuvo que primero morir el 99% de los hombres.

Si es que yo estoy vivo, debe ser porque nunca me paré en aquel pedazo de tierra. Estuve siempre acostumbrado a mirar desde afuera como aquellos seres carnales se amontonaban en ese pedacito de tierra. Hasta que sucedió lo inevitable, cayó lo último que quedaba de la metafísica: la tierra.

¿Y porqué digo lo último?, pues verán. La otra mitad de la metafísica (el cielo) ya había caído hace algún tiempo y si todavía en los tiempos precedentes a la guerra, se veían manifestaciones del cielo en la carne humana, no eran más que las esquirlas que habían caído de éste sobre la tierra y que permanecían disfrazadas al frente de los hombres que se creían aferrados al cielo y que sin embargo se encontraban al igual que las esquirlas de éste, pisando aquel pedazo de tierra… la moneda…

No tengo mucho más que decir, no soy un ensayista ni pretendo serlo, escribo para poder nadar mejor en el nihilismo del mundo actual. Quizás la especie humana perezca definitivamente, dudo encontrar a una mujer en este planeta desierto, cada vez encuentro menos comida y los residuos de la guerra química siguen matando por todas partes. Al parecer, el fin de la metafísica, ha sido el fin del ser humano. Al parecer el sin-sentido equivale al sin-humano. Yo me consideraba nadando completamente en el sin-sentido. Ahora me doy cuenta que no, siempre tuve una parte carnal, aunque fuera minoritaria y esa parte carnal, cayó junto a este pedazo de tierra que tengo en mis manos. Mas la muerte de mi parte carnal, no me significó la completa muerte, Aunque… ¿Qué más da? Si no me morí en la guerra, de todos modos lo voy a hacer en algunos años más, o en algún momento más. Sin embargo, Lo que rescato de no haber sido tan carnal, es que puedo morir ahora mismo sin miedo, sin angustia, no le tengo miedo a la muerte ni a la incertidumbre, y conste que mi no temor a la muerte no es por heroísmo, el héroe muere por alguna causa, por alguna razón que valga la pena. Yo muero sin razón, muero sin pena, yo muero por nada, porque por nada vivo… Con esta reflexión acaba de morir totalmente lo poco y nada que me quedaba de carne y el resto no tiene porque seguir viviendo artificialmente.”

Aquel hombre terminó en seco su escritura y comenzó a caminar en dirección a la costa. Fue su último viaje. Al llegar a la playa no vaciló en ningún momento, no se sacó ni la ropa, caminó y caminó introduciéndose en el agua hasta que quedó sumergido completamente, y por primera vez en la historia de la humanidad, un hombre dejó de existir.